Al margen de un análisis más riguroso que no
pretendo, el Barça dejó buenas sensaciones ayer. Tuvo que pasar un año y tres meses para
que volviera a ganar a su máximo rival, refrendando un liderato anímico y
matemático en Liga que se antoja trascendental. El Madrid venía mal y el Barça,
bien, pero aun así sucedió lo más normal: un equipo se impuso a otros por
detalles en forma de rebotes, palos y paradas. No hay manera: los Clásicos son
y serán igualados salvo algún suceso extraordinario.
Sorprendió Ancelotti con su disposición
táctica, más a propios que a extraños. Guardiola y Mourinho son genios capaces
de tomar decisiones tácticas en escenarios definitivos sin antecedentes ni
probaturas y acertar, virtud que no está a la altura del otro grupo de
entrenadores. En otras palabras, Carlo no fue fiel a su equipo y Martino sí;
consecuencia: el Madrid regaló el primer tiempo y el encuentro se decidió en la
pizarra.
Básicamente, el Barça jugó como venía
haciéndolo pero con variaciones para adaptarse a su rival. La posición
retrasada de los laterales impidió que el Madrid contragolpeara; los centrales
invirtieron perfiles para que Cristiano no encarase a Piqué; Busquets
(perfecto, impecable, el otro asesino de adjetivos) siempre tuvo un compañero
cerca; Messi y Neymar maniataron las subidas de Marcelo y Carvajal (por 45
minutos); Xavi merodeó con libertad; e Iniesta martirizó un equipo ancho y
pasivo. La intensidad desde la que Mourinho construyó a su equipo no apareció
en el Camp Nou. En su lugar, un Madrid patitieso y más incomprensible aun:
sintiéndose inferior.
Si el primer tiempo fue propiedad culé, el
segundo fue para los merengues. El Barça replegó sobre su propio campo (Martino
afirma que fue involuntario, pero yo no le creo) y el Madrid ensayó su ataque
posicional, aferrándose a la sinfonía de Modric. Así transcurrió el resto de
partido y me pregunto: ¿dominó el Madrid? Uno podría pensar que sí, porque hizo
suya la pelota. No obstante, jamás logró generar peligro más allá de errores de
Mascherano, Iniesta y Messi, consecuencia de que el Barça está mejorando
defensivamente y se dice menos de lo que se debería.
De todas formas, el visitante sí hizo méritos
para empatar. Tuvo el trallazo de Cristiano que hace un año Valdés no detenía,
el remate al travesaño de Benzema y el mano a mano de un Khedira tan
espectacular en sus movimientos como torpe con balón. Habrá que señalar el
bajón de Iniesta y que Xavi 2013 por sí solo no contextualiza para explicar por
qué el Barça, pese a aptar por el repliegue, no amasó más balón.
El final del partido nos dejó una fantástica
vaselina de Alexis, un Martino valiente que redobló su apuesta del repliegue
dando entrada a Song, Pedro y el chileno, y un gol de Jesé que recordaremos en
unos años como el primero de muchos. En general, el líder jugó un partido
sobrio y competitivo; y el tercero en la tabla, un segundo tiempo sobre el cual
cimentar su proyecto y hacer autocrítica, siempre y cuando los jugadores no crean en el discurso oficial.
Y mientras Barcelona y Madrid luchan sin
piedad ni descanso por ser mejor que el otro, Bayern, Dortmund, Chelsea y ¿PSG?
se alejan. La incógnita está ahí: ¿serán capaces de competir a ese nivel?
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