Los caballos de carreras usan unos accesorios llamados gríngolas para limitar su visión a solo lo que está al frente, evitándoles distracciones. Ayer, el súper campeón pareció ponerse estos aparatos, pues corrió y corrió hacia el frente en un ida y vuelta tortuoso e irreflexivo.
El Barça ya ha dejado a Levante, Atlético dos
veces, Málaga, Valencia en Mestalla y Sevilla en el camino. Resultado: liderazgo
con pleno y un título. Sobre el papel, la temporada marcha viento en popa, pero
para bien o para mal, el fútbol no se juega sobre el papel.
El equipo arrastra unos vicios de la
coyuntura de Vilanova que Martino aspira y necesita solucionar, y por ahora
retrocede un paso por cada dos que avanza. Su obsesión radica en tres factores
que se interrelacionan de manera íntima: la presión, la transición defensiva y
la circulación rápida de balón.
La presión inicial la está recuperando por
puro ímpetu. Los incombustibles Pedro y Alexis corren como unos diablos, y hasta
ahora se sumaba un Messi con voracidad renovada. ¿El problema? Que normalmente
Xavi, Cesc, Sergio o Andrés no sujetan a los receptores y el rival tiene tiempo
para romper líneas y girar al equipo contra Valdés. Asimismo, es evidente que
Neymar y Tello están lejos de aportar lo que Rodríguez y Sánchez en esta faceta,
y lo aconsejable sería que nunca jugasen juntos.
La presión tras pérdida es más complicada.
Ésta no volverá a ser la infalible de 2010-11, pero está en condiciones de ser
muy buena. Para ello, el equipo deberá atacar mejor, dar una circulación más
rápida al balón (el tercer factor, cuya compatibilidad con este Xavi está en
duda) y evidentemente, perderla más arriba, con el equipo aglutinado en campo
contrario. Por supuesto, para recuperar la posesión rápidamente tras pérdida se
hace imprescindible más elementos detrás del balón además de los centrales y
Busquets, como un Alves interiorizado y conservador, planteamiento que por
cierto, extendería su vida útil.
Solo así la transición defensiva mejorará, y
por consiguiente el equipo atacará mejor. El Tata quiere un equipo que mezcle
juego elaborado y juego directo según sea el caso, pero se posiciona como si
fuera amo y señor del partido cuando no lo es. Lo que más daño hace al Barça es
la posición adelantadísima de sus laterales, curiosamente, lo más “fácil” de
corregir”, pero que se mantiene intacto desde hace más de un año. La evolución
natural del equipo pasa por darle los galones a Cesc -cuya recepción entre líneas hoy previa al 2-0 fue brillante- y retrasar a Alves para
que actúe de guardaespaldas en vez de extremo, y dotar al equipo de
inteligencia para tener posesiones largas cuando sea necesario.
La Crónica del partido es más corta y fácil
de contar. Un Barça post Fecha FIFA jugó mal (qué novedad). Líneas separadas,
presión inicial muy pasiva por decisión técnica (Tello y Neymar no son el
súmmum de la intensidad defensiva y Messi está mal físicamente como para correr
sin balón), en consecuencia, superación de líneas fácil para un Sevilla que
alternó contragolpes a espaldas de los laterales y ejercicios posicionales. No
obstante, el Barça pudo sentenciar en el primer tiempo gracias a Neymar y de
haber contado con un 10% de Leo, a quien le bastó eso para marcar y hacer un
milagro en el 93´. El primer tiempo fue decente, pero el segundo fue
horripilante, un ida y vuelta angustioso.
No seré yo quien vea catástrofes donde no las
hay. El equipo tiene que mejorar, sí, pero estamos en septiembre y es normal
que esto pase por el tan popular “Virus FIFA”. Lo positivo es la estela Neymar, que Iniesta ya
está al 40% de su capacidad y mejora cada día, y la fiabilidad de Mascherano,
MPV del partido. Lo negativo, la incapacidad del equipo para controlar el partido tras el 2-0 y el declive tan pronunciado de Xavi, que
curiosamente intentó ser Fábregas y no pudo. Claudicó.
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