Al margen de un análisis más riguroso que no
pretendo, el Barça dejó buenas sensaciones ayer. Tuvo que pasar un año y tres meses para
que volviera a ganar a su máximo rival, refrendando un liderato anímico y
matemático en Liga que se antoja trascendental. El Madrid venía mal y el Barça,
bien, pero aun así sucedió lo más normal: un equipo se impuso a otros por
detalles en forma de rebotes, palos y paradas. No hay manera: los Clásicos son
y serán igualados salvo algún suceso extraordinario.
Sorprendió Ancelotti con su disposición
táctica, más a propios que a extraños. Guardiola y Mourinho son genios capaces
de tomar decisiones tácticas en escenarios definitivos sin antecedentes ni
probaturas y acertar, virtud que no está a la altura del otro grupo de
entrenadores. En otras palabras, Carlo no fue fiel a su equipo y Martino sí;
consecuencia: el Madrid regaló el primer tiempo y el encuentro se decidió en la
pizarra.